2 de abril de 2014

Lo que dice la lluvia

Los edificios se nublan de a poco,
tras mi ventana cae en solitario abril.
Un túnel se dibuja hacia vos
entre las muecas de algún músico de jazz.
Afuera está nublado. Lloves en las esquinas.
Caminas entre las sábanas de otra ciudad
(de seguro tan gris como ésta que yo camino buscando/te)
te desplazas seguro esquivando charquitos
 frenando en las esquinas y alejándote
para que los autos no te ensucien con su húmeda soberbia.
Acá lloves y es terrible.
La ventana se inunda de fragmentos de vos
que me llaman. Y mis ojos ya no pueden esquivarte.
De frente al vidrio un deseo insoslayable
de verte me posee. Te nombro, y al ratito escribo esto.
De seguro lo leerás cuando vuelvas a tu casa,
sonriendo, porque la lluvia te gusta (y vaya a saber
con qué otras sensaciones de terciopelo se te mezcla en el pecho)
Los árboles a esta hora son tan bonitos. Se tiñen de un color que vos sabrás nombrarlo
pero que de mí escapa completamente. Acá dentro no hay árboles.
Acá dentro solo hay lluvia. Una gotera permanente.    
Afuera lloves y es terrible.        

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