Me llevas
hacia vos con solo aparecer tus ojos ante mí
vaivén de imágenes que ocupan una fracción de mi alma
ahí donde me tiembla la voz
y la tristeza se ocupa de poner un jarrón en el centro de mi pecho
veo tus manos jugando con las mías
veo tu pelo suelto y tu risa cuando cocinabas
veo también la mañana sola en que te di un beso
y hasta dónde escalamos horas después
y cómo se dibujaba un cielo aparte
sólo para convencernos de que eso es el amor
como dios se reía con nosotras
cuando jugábamos a encontrarnos con las luces apagadas
a encontrar tu corazón brillante, a hundir mis dedos en tu alma
a mojar con saliva los espacios que sobraban
a vestirnos nuevamente con las formas de nuestras manos
para luego perderlas en algún espacio del sueño
y despertar y mirar tus ojos
a veces dormidos, a veces dormida yo
hasta que el día nos juntara de nuevo
y qué difícil el colectivo hasta mi casa
pero qué fácil de nuevo saberme allá en tu cuadra
cuidando a la perra que no se vaya, queriéndote sin decírtelo
escuchando música, escuchándote
viéndote, sintiéndote en el sillón
en el patio,
en los instantes que parábamos para fumar un cigarrillo
y volver a empezar en la noche el rito,
recuperar los segundos perdidos
amoldar los cuerpos a un tiempo que no se desprendía
que no se soltaba de nosotras
y ahora el sólo recordarte
entregarme de lleno a las imágenes que se me aparecen
hasta que se abra la puerta y vea tu rostro
y de nuevo en tu nombre
poder sumergirme
vaivén de imágenes que ocupan una fracción de mi alma
ahí donde me tiembla la voz
y la tristeza se ocupa de poner un jarrón en el centro de mi pecho
veo tus manos jugando con las mías
veo tu pelo suelto y tu risa cuando cocinabas
veo también la mañana sola en que te di un beso
y hasta dónde escalamos horas después
y cómo se dibujaba un cielo aparte
sólo para convencernos de que eso es el amor
como dios se reía con nosotras
cuando jugábamos a encontrarnos con las luces apagadas
a encontrar tu corazón brillante, a hundir mis dedos en tu alma
a mojar con saliva los espacios que sobraban
a vestirnos nuevamente con las formas de nuestras manos
para luego perderlas en algún espacio del sueño
y despertar y mirar tus ojos
a veces dormidos, a veces dormida yo
hasta que el día nos juntara de nuevo
y qué difícil el colectivo hasta mi casa
pero qué fácil de nuevo saberme allá en tu cuadra
cuidando a la perra que no se vaya, queriéndote sin decírtelo
escuchando música, escuchándote
viéndote, sintiéndote en el sillón
en el patio,
en los instantes que parábamos para fumar un cigarrillo
y volver a empezar en la noche el rito,
recuperar los segundos perdidos
amoldar los cuerpos a un tiempo que no se desprendía
que no se soltaba de nosotras
y ahora el sólo recordarte
entregarme de lleno a las imágenes que se me aparecen
hasta que se abra la puerta y vea tu rostro
y de nuevo en tu nombre
poder sumergirme
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