3 de abril de 2013

¡Cuidado! Nube suelta


Una nube negra deambula por el medio de las sierras. Al mirar por la ventana del auto, mis ojos no escapan de encontrarla y dar cuenta de su enorme tamaño. Ahora, yo me pregunto, ¿quién será el mal afortunado que yace, con los pies sobre la tierra, debajo de esa nube? Cuántas soledades, cuántos fantasmas, harán falta para llenar de tanta oscuridad tan grande nubarrón; como si fuese una acumulación de pesares, de lamentos que sobrevuelan la atmósfera a poco de ser lluvia. Y pienso en ese ser que de desplaza ahí abajo, queriendo escapar de un destino tan agónico que hasta es materia, y para darse cuenta alcanza con sólo levantar la vista y verlo venir (sin nombrar el peso ahí adentro inmensurable). ¡Pobrecito, si fuese yo aquella persona, no me alcanzarían las agallas para terminar ese día con vida! Girar, correr, lo que sea, y que esté ahí. Que a lo largo del campo busques fijar tu mirada en otro lado, pero sin poder escapar de las sombras que reflejan millones de moléculas sobre tu cabeza.
Y no es quiera parecer pesada, ¡pero deberían haber visto el tamaño de esa nube! Podría intentar describirla, y compararla con los cerros que tenía a mi izquierda, pero tampoco alcanzaría, y teniendo en cuenta mi incapacidad para los números y las certezas, simplemente prefiero decir que la nube era tan grande que alcanzaba para cubrir del sol a un pueblo entero, y revestirlo de una tristeza inmensa; tan opaca, que obligaría a la gente salir de sus casas en busca de un abrazo, y los vecinos llorarían todos agazapados sentados en la vereda, y de golpe hasta las casas envejecerían junto con los niños y los perros.
Tal vez esto pasa seguido y los diarios y noticieros no hablan de ello, y este, en realidad, es el verdadero origen de los ríos, y nunca nadie dijo nada. Y tal vez hoy, sin quererlo siquiera, un arroyo se regocijó con la más triste de las desesperanzas, y ahora entre las piedras descansa el tormento de un solo hombre, o de una sola mujer, o tal vez los dos juntos llorando una muerte o un infortunio.
O tal vez era sólo una nube y abajo sólo un hombre que justo pasaba… Pero no, esas serían demasiadas coincidencias. 

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