Una nube negra deambula por el medio de las sierras. Al
mirar por la ventana del auto, mis ojos no escapan de encontrarla y dar cuenta de su
enorme tamaño. Ahora, yo me pregunto, ¿quién será el mal afortunado que yace,
con los pies sobre la tierra, debajo de esa nube? Cuántas soledades, cuántos
fantasmas, harán falta para llenar de tanta oscuridad tan grande nubarrón; como
si fuese una acumulación de pesares, de lamentos que sobrevuelan la atmósfera a
poco de ser lluvia. Y pienso en ese ser que de desplaza ahí abajo, queriendo
escapar de un destino tan agónico que hasta es materia, y para darse cuenta alcanza
con sólo levantar la vista y verlo venir (sin nombrar el peso ahí adentro
inmensurable). ¡Pobrecito, si fuese yo aquella persona, no me alcanzarían las
agallas para terminar ese día con vida! Girar, correr, lo que sea, y que esté
ahí. Que a lo largo del campo busques fijar tu mirada en otro lado, pero sin
poder escapar de las sombras que reflejan millones de moléculas sobre tu
cabeza.
Y no es quiera parecer pesada, ¡pero deberían haber visto el
tamaño de esa nube! Podría intentar describirla, y compararla con los cerros
que tenía a mi izquierda, pero tampoco alcanzaría, y teniendo en cuenta mi
incapacidad para los números y las certezas, simplemente prefiero decir que la
nube era tan grande que alcanzaba para cubrir del sol a un pueblo entero, y
revestirlo de una tristeza inmensa; tan opaca, que obligaría a la gente salir
de sus casas en busca de un abrazo, y los vecinos llorarían todos agazapados
sentados en la vereda, y de golpe hasta las casas envejecerían junto con los
niños y los perros.
Tal vez esto pasa seguido y los diarios y noticieros no
hablan de ello, y este, en realidad, es el verdadero origen de los ríos, y
nunca nadie dijo nada. Y tal vez hoy, sin quererlo siquiera, un arroyo se
regocijó con la más triste de las desesperanzas, y ahora entre las piedras
descansa el tormento de un solo hombre, o de una sola mujer, o tal vez los dos
juntos llorando una muerte o un infortunio.
O tal vez era sólo una nube y abajo sólo un hombre que justo
pasaba… Pero no, esas serían demasiadas coincidencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario