24 de abril de 2013

Es (a)hora


Andate. No te quedes acá.
No me perteneces, yo no te pertenezco.
O si no decime
en qué momento firmamos ese pacto tácito,
esa entrega forzada al uno y al otro,
al juego de sombras, de tormentas en cada esquina.
Andate. Que las puertas se abrieron,
ya las polillas se mezclaron en el aire, y son libres
y vos también, deberías.
Andate. Con qué pretexto te podes quedar acá,
con qué excusa justificas este martirio,
esta sumatoria de cadáveres.
No te quedes ahí estancado,
rondando los ida y vuelta, seduciendo en el medio de la noche
al conglomerado de tristezas.
Andate, te lo ruego.
La fragilidad de mi carne te lo ruega
las suturas en mi alma te lo ruegan
las llagas de mis poros te lo ruegan.
Dejame, por favor,
andate
tu cuerpo en mí es inerte, desposeído,
sólo un dolor de lo añejo, de pútrida quimera.


Dejame, ya es hora,
andate de mí esta noche, volvé a donde tu cuerpo descansa.







19 de abril de 2013

Every single day

Y si yo te digo
que hoy 
no es hoy
si no
soleado y hojas amarillas
bicicletas
papelitos de colores
me creerías
o dirías
que algo está fallando
y que estoy loca
mientras
vas
dejando
sobre mi mano
un almanaque
con
         cada día
                       encuadrado
                                           en una
                                                    casilla
                                           distinta.

X


Quedó algo estancado.
Algún silencio ya dicho,
alguna telaraña colgando entre las patas de la mesa,
una que otra sonrisa escurrida por el hueco del inodoro.
Algo hay que no es
se siento pero no es
cierto espectro agazapado en las sombras que despilfarran las cortinas,
cierto pasaje secreto entre la sala y la puerta del baño.
Habrá quedado algo de nosotros tirado
junto con los papelitos y las pelusas debajo de la cama,
habrá escapado de nuestros ojos
algún sendero secreto, alguna cosquilla irrenunciable.

Hay atardeceres cómplices del más cruel de los sentimientos.
Y ante el senil supuesto de que en realidad no haya nada
es que aparecen los buitres a roer los huesos,
a no dejar nada más que algunos huesos
para volver otra noche y otra y así la secuencia constante de sucesividades.
Hay algo
hay algo
de tenue luz, de inconsistencia infinita
que no es
y tampoco será.

7 de abril de 2013

Hay algo que decir


No encuentro otra forma.

Se acabaron las circunferencias, las diagonales.
Los silencios dejaron de existir hace rato,
y las canciones y frases se volvieron invisibles,
tan indiferentes a nosotros, que ni nos rozan.

Se extinguieron algunas oraciones.
Hay párrafos que parecen mordidos por un ratón,
y esos espacios pasan desapercibidos,
ni siquiera el vacío alcanza a rellenarlos por lo menos un poco.

La música se apagó.
Suavemente se fueron destartalando los casettes,
y sin buscar algún tipo de artefacto moderno,
nos sumamos a las masas silenciosas que se ven desde el balcón.

Desertamos los encuentros.
Sin quererlo, nos sumergimos en palabras que no convocan,
en preguntas aisladas, ajenas, alienadas,
peregrinas de algún sueño ya olvidado.

Obligamos a que la suerte nos aceche.
El azar, tan cuestionado por excelencia,
se convirtió en nuestro mediador,
menester de todo lo que nos atañe.

Y lo dejamos así sin recelos.
Sin oposición, sin esfuerzo,
sin el más mínimo de los intentos por buscar algo distinto,
y ahora somos víctimas predilectas de ociosos desvelos.

Hay algo que decir, y está la forma.
Ambigua, casi absurda,
que busca escabullirse por todos los rincones,
pero a pesar de todo esto, sin quererlo nos interpela y nos vomita.

Existe la forma. Y es ésta. 

6 de abril de 2013

Transparencia

Quiero quedarme en vos,
así como lo estoy haciendo ahora.
Quemándote las pupilas, desenredando tu lengua,
insertándome ahí donde se desenvuelve el material del que están hechos los sueños.
Aunque no esté acá, y no haya tristeza.
Esgrimirte los dedos, volatizar tu aura,
renacer en cada sollozo o risa irremediable.
Perdurar y perderme;
congelarme e incendiarte lentamente.
Acostarme a tu lado
sin dejar mi peso sobre tu almohada
y despertarnos sin apuros, sin la misma vida.
Quiero quedarme en vos:
sacudir las noches estrepitosas,
saborear las tristezas, profundizar las sonrisas.
Quiero quedarme dejándote,
aunque sin irme realmente, sin abrir las puertas;
y quedarme en vos sin que lo notes
y después levantarme despacito,
e irme lejos, tanto como lo estoy ahora,
pero dejarte algo irreemplazable,
algo adentro tuyo que te haga eterno. 

3 de abril de 2013

¡Cuidado! Nube suelta


Una nube negra deambula por el medio de las sierras. Al mirar por la ventana del auto, mis ojos no escapan de encontrarla y dar cuenta de su enorme tamaño. Ahora, yo me pregunto, ¿quién será el mal afortunado que yace, con los pies sobre la tierra, debajo de esa nube? Cuántas soledades, cuántos fantasmas, harán falta para llenar de tanta oscuridad tan grande nubarrón; como si fuese una acumulación de pesares, de lamentos que sobrevuelan la atmósfera a poco de ser lluvia. Y pienso en ese ser que de desplaza ahí abajo, queriendo escapar de un destino tan agónico que hasta es materia, y para darse cuenta alcanza con sólo levantar la vista y verlo venir (sin nombrar el peso ahí adentro inmensurable). ¡Pobrecito, si fuese yo aquella persona, no me alcanzarían las agallas para terminar ese día con vida! Girar, correr, lo que sea, y que esté ahí. Que a lo largo del campo busques fijar tu mirada en otro lado, pero sin poder escapar de las sombras que reflejan millones de moléculas sobre tu cabeza.
Y no es quiera parecer pesada, ¡pero deberían haber visto el tamaño de esa nube! Podría intentar describirla, y compararla con los cerros que tenía a mi izquierda, pero tampoco alcanzaría, y teniendo en cuenta mi incapacidad para los números y las certezas, simplemente prefiero decir que la nube era tan grande que alcanzaba para cubrir del sol a un pueblo entero, y revestirlo de una tristeza inmensa; tan opaca, que obligaría a la gente salir de sus casas en busca de un abrazo, y los vecinos llorarían todos agazapados sentados en la vereda, y de golpe hasta las casas envejecerían junto con los niños y los perros.
Tal vez esto pasa seguido y los diarios y noticieros no hablan de ello, y este, en realidad, es el verdadero origen de los ríos, y nunca nadie dijo nada. Y tal vez hoy, sin quererlo siquiera, un arroyo se regocijó con la más triste de las desesperanzas, y ahora entre las piedras descansa el tormento de un solo hombre, o de una sola mujer, o tal vez los dos juntos llorando una muerte o un infortunio.
O tal vez era sólo una nube y abajo sólo un hombre que justo pasaba… Pero no, esas serían demasiadas coincidencias. 

Algún fragmento

... en ese preciso momento en que la grieta del pecho se abre
y, entre mariposas y murciélagos y el humo de los autos,
uno está allá donde las almas no descansan,
y está acá dónde los cuerpos no viven.