26 de febrero de 2013

VII


Quedemos así:
en que las idas nunca nos llevaron a ningún lado,
y a las vueltas las olvidamos previo al saludo formal.
Vos me comprendes, es mejor así.
Aunque si sería de otra forma
con la suerte haciendo de camarada,
de fiel amiga y casi amante,
sabes que no trataría de negarlo.
Sin motivo para alarmarse,
las heridas ya son partes de mi cuerpo,
no hay nada más por sangrar.
O si.
Y entonces las propuestas quedarían vacías,
ante tanta precariedad clavada en la pared,
y la alfombra se desnudaría ante las sombras ya disueltas.
 

Y para comprender:
La cicatriz es un cascarón de la última flor de la primavera.
Y verás, que duele tanto que es insoportable
y el analgésico ya no da abasto
y el corazón se marchita
y el invierno no es más que otra invitación al cielo testarudo
que por hoy y mañana
no nos deja de llover. 

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