6 de febrero de 2013

Hay nostalgias y futuro


Tengo nostalgia del futuro y porque no pesadillas,
calambres en el estómago
y toda incertidumbre ya abolida.
El saber de que mañana por la mañana
tomaré un café con tostadas
y con la misma exactitud de todos los días
la luna estará más vacía y las estrellas tan lejanas.
Tengo tristezas y pasado, un historial lleno de desencuentros;
tengo angustias y un presente fragmentado
que podría dividirlo entre añoranzas y desvelos.
Tal vez trate de reponerme alguna noche
que de tanto desgaste comience a asustarme,
y le robe una esperanza al mes que viene o al invierno que tanto aterra,
y me conforme con lo que hay sin preguntarme si alcanza.
Y entre tanto capaz me anime,
y tome el atrevimiento de remodelar el calendario,
anular los días de tristezas indiscutibles,
refutar al destino las horas de completo desacierto
y negarle a las noches
el abatido ritual de lágrimas con que las aboco.
O tal vez cambie de parecer
y repentinamente niegue todo movimiento,
y me quede aquí donde estoy sin decir una palabra:
sin preguntarme por qué, sin plantearme hasta cuándo. 

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