26 de noviembre de 2012

IV


No nos debamos a la resignación.
No dejemos que las luces se apaguen.
El sol hoy ya no brilla, y aunque el júbilo del atardecer todavía no nos decora,
son las nubes, las capas de nostalgias,
las que se posan en la ventana
y alimentan con tristezas las plantas del balcón.
Y yo te juro
(aunque sé que de nada vale y menos a vos
que de tiempo en tiempo la niebla te boicoteó las esperanzas)
que el celofán que nos llueve mañana se va,
espantado por mí o tal vez
por vos
cuando estas conmigo alrededor,
que no es lo mismo que los dos juntos
(y vos ya sabes de la ecuación...)
pero es lo más parecido al ayer
que se refleja en mi ventana. 

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