29 de junio de 2012

El hombre común

El hombre común vive en una casa cerca del centro de la ciudad, limpia sus dientes cuatro veces al día y se peina antes de salir; come variado y saludable, no acepta golosinas hasta después del almuerzo y su desayuno consiste en café con leche, tostadas y mermelada; llega temprano al trabajo, y de chico realizaba las tareas a la siesta, "para tener toda la tarde para jugar" como decía su padre; en la oficina, siempre están organizadas las lapiceras y los papeles; su traje siempre está planchado por su esposa, a quien besa siempre antes y después de acostarse; no toma alcohol ni come grasas, y tampoco se excede con las salsas.
El hombre común sale a correr día de por medio, y los domingos lava el auto en el jardín; sale con paraguas cuando llueve y se cuida del sol en las vacaciones de verano; lleva y trae a los niños del colegio, y no habla por celular cuando maneja y lleva siempre el cinturón y no se olvida jamás de prender y apagar las luces.
El hombre común sale de vez en cuando de su casa, a cumpleaños de amigos o a algún restaurant con su esposa; ve el noticiero todos los días y fútbol los domingos, y a veces tenis cuando su esposa se lo pide; acompaña a los niños cuando entran a clase, saluda a los maestros y charla con otros padres cuando los busca. El hombre común es sociable, jamás se olvida de fechas (pues claro, lleva todo en su agenda); lleva siempre con él la billetera y su teléfono; nunca debe dinero a nadie y en el trabajo lo respetan; quiere a sus suegros y visita a sus padres frecuentemente; es buen vecino y esposo; le gusta cocinar cuando tiene tiempo y pasear al perros los feriados; es buen padre y buen hijo, y ¡excelente yerno, por cierto!; sonríe para las fotos y abraza a los niños en sus cumpleaños; y por las noches, el hombre común duerme profundamente y no ronca ni se mueve, y a veces, sueña que es feliz.

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